¿PLANIFICACIÓN PARA LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA? 

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La planificación consiste en la previsión de las necesidades y/o actos necesarios en el  futuro para determinada cuestión, en la actualidad en España parece que la  improvisación es lo que prevalece en ámbitos vitales para el futuro. Este tipo de  actuación es imprescindible para la actividad económica y todo lo que conlleva con sus  interrelaciones. Unas relaciones muy sensibles a la falta de previsión y con  consecuencias en multitud de factores relacionados.  

España está a la cabeza del pelotón de países europeos con mayor grado de dependencia energética del exterior dentro de la Unión Europea. Estamos  obligados a importar el petróleo que necesitamos y lo mismo que sucede con el  gas. Esto hace que nuestra economía sea extremadamente vulnerable y  dependiente. Cuestiones como la competitividad dependen de factores externos por  falta de una planificación adecuada a la vista de los resultados y la evolución del  problema. 

Actualmente está en vigor el documento de Planificación Energética. Plan de  Desarrollo de la Red de Transporte de Energía Eléctrica 2015-2020, sometido al  Congreso de los Diputados el 29 de septiembre de 2015, y aprobado el 16 de octubre de  2015 mediante Acuerdo del Consejo de Ministros. La Ley 24/2013, de 26 de diciembre,  del Sector Eléctrico, tiene en cuenta disposiciones sobre la aprobación de posibles modificaciones de la herramienta de planificación de las redes de transporte de  electricidad. Pero…  

Las voladuras de las torres de refrigeración de diferentes centrales térmicas que se han  producido en España en las últimas semanas, y que forman parte de su proceso de  desmantelamiento, mientras, algunas compañías ponen en marcha otra vez centrales  térmicas de carbón. Un ejemplo sería la acumulación por parte de Endesa de cerca de  60.000 toneladas de carbón para reiniciar la central térmica de As Pontes. Todo parece 

bastante absurdo. Se está “parcheando” allí donde la planificación ha fallado  estrepitosamente.  

Desde hace ya varias décadas el futuro de la energía en nuestro país ha sido una hoja  arrastrada por el viento dominante. Intereses políticos y encuadres presupuestarios,  además de cuestiones de imagen propagandística como la moratoria nuclear (suspensión  temporal del desarrollo de políticas de construcción y puesta en marcha de centrales  nucleares), parecen haber sido la guía en la que basar las políticas energéticas. El alto  coste fiscal para el consumidor podría ser un indicativo serio de ello.  

El ejecutivo de Sánchez rebajó el IVA de la factura de la electricidad de 21 al 10%  primero y meses después, al verse insuficiente la medida para contener la escalada del  precio de la electricidad, recortó el impuesto sobre la electricidad. Medidas temporales y  de dudoso efecto para la ciudadanía puesto que el problema es estructural. Ahora se  empieza a hablar que los precios del gas natural deberían, de la misma forma, tenidos en  cuenta a efectos de rebajas del estilo de las aplicadas en el sector eléctrico. 

El fracaso del plan de transición energética del Gobierno de Pedro Sánchez es más que  evidente juzgando los efectos producidos, el horizonte de futuro actual y el alto coste  para la ciudadanía. 

Aunque el mundo se enfrenta a un problema energético, en España éste se ve más  agravado porque no ha habido una transición adecuada y adaptada a las necesidades  reales. Europa adolece de la misma “enfermedad” aunque los síntomas puedan variar de  un estado a otro. Es la debilidad del viejo continente frente a, por ejemplo, el gigante  asiático. China planea construir más de 150 nuevos reactores nucleares en los próximos  10 o 15 años. Sin energías limpias, abundantes y de coste razonable la industria se  ralentiza y pierde competitividad. Alemania, después de Fukushima, optó por una  desnuclearización acelerada que se culmina en breve. El resultado, ya visible de ello, es  que se ha vuelto al uso de las térmicas de carbón, en parte importado, y que como 

resultado trae el hecho de que actualmente Alemania ha vuelto a parámetros de  contaminación de 2011. 

China, ha apostado fuerte, y parece que gana la partida, la doble partida de la suficiencia  energética y la ecológica. Apuesta por la combinación de energías eólica, solar y  nuclear. Mientras, la Unión Europea debate si incluir la energía nuclear como energía  ecológica. También el factor tiempo juega en nuestra contra. 

En un mundo globalizado como el que vivimos todo está interrelacionado. Es inevitable  que la cuestión energética influya, al final de la cadena, en toda la ciudadanía de  maneras múltiples. En España, además ahora, debemos contener la respiración ante los  efectos que el conflicto entre los dos vecinos norteafricanos, Argelia y Marruecos, no  llegue a más y nos salpique aún más a través del suministro del gas argelino. La visita  reciente de la ministra del Gobierno de España, responsable de Transición Energética,  Teresa Ribera, a Argelia tuvo infructuosos resultados para garantizar el uso del  gaseoducto argelino que pasa por territorio marroquí. Las consecuencias de un conflicto  abierto serían imprevisibles y seguro, muy negativas para nuestra economía.  

Mientras en “occidente” muchos se dejan guiar por “modelos” como la estudiante,  subvencionada presuntamente por los lobbies del “ecologismo verde”, Greta, haciendo  que otros adviertan del descarrilamiento que esto puede provocar en la marcha del  futuro económico y social, tan dependientes de factores como la sostenibilidad  energética, el seguir recetas no contrastadas.  

Las preguntas que quizás debemos plantearnos son muchas y de diversa índole. Para  empezar deberíamos plantearnos ¿Qué es lo que realmente queremos conseguir para  nuestro futuro y qué estamos dispuestos a hacer y sacrificar, si es necesario, para ello?

Otra pregunta interesante debería ser ¿Es posible, de manera sostenible, seguir  dependiendo del exterior energéticamente hablando? ¿Podemos mantener e incrementar  nuestro tejido productivo de manera competitiva partiendo de la situación actual sin  cambios profundos propiciados dentro de una verdadera transición energética?  ¿Podemos ser actores con capacidad plena en este mundo globalizado?… 

Fernando María Gracia Climent

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